viernes, 23 de abril de 2010

EN UNA CASA MALDITA I

EN UNA CASA MALDITA I
LA LLEGADA
Maria se encontraba terminando de acondicionar el hogar, los restos de embalajes, periódicos y corchos se encontraban desperdigados por toda la casa, trasteando y disfrutando de la novedad se encontraba Leti una preciosa gata de ojos azules. Otros niños jugaban en la calle y sus risas retumbaban ante las paredes vacias, mientras ellos entraban y salian.
“Mamá hay algo malo en esta casa, debemos irnos”.
Damián la había seguido por la cocina, tocando cajas y periódicos como si quisiera decir algo pero no se atreviese. Entonces ella espero hasta que estuviese dispuesto a hablar.
- ¿ que has dicho Damian?
- Dije que hay algo malo en esta casa y que debemos irnos.
Djando unas figuras en una mesa, María se volvió hacia Damian y frunciendo el entrecejo.
¿Irnos? Acabamos de llegar cariño.
- Ya lo se, pero debemos irnos.
- Y ¿A dónde iríamos?
- Volveriamos a Cuenca, volveríamos a nuestra casa. Debemos irnos mamá. Hay algo…
- Se detuvo un momento y cerro los ojos como si estuviese seleccionando su próxima palabra.
- Mal, hay algo malo en esta casa.
La preocupación de María aumentó. Se volvió, se recostó contra el aparador y dio la cara a su hijo.
Damian, estaba inquieto, tenso, palido y tenia ojeras, trató de acostumbrarse y por supuesto actuo como si no notara nada, pero cada vez que lo miraba, los cambios físicos oprimían su corazón. Era como si los tratamientos de quimioterapia se hubiesen llevado la mitad de su ser, lo habían agotado hasta convertirlo en un trapo viejo que apenas parecía un niño. Con estos tratamientos, Damian había atrevesado mucho estrés y era ese estrés al que maría atribuía su advertencia sobre la casa, sí, debía de ser eso. Damian no podía saber nada sobre el secreto que ocultaba la casa. Sólo María y Luis, conocían el pasado de la casa.
- ¿Qué crees que tiene de malo la casa, Damian?
Pregunto ella con voz baja.
Su frente lisa se arrugo y desvio los ojos por un momento, se encogió de hombros y dijo, en tono susurrante.
-Yo… no lo sé. Sólo es que es… malvado. Es – sacudió la cabeza, agitado y frustrado al mismp tiempo- difícil de explicar. Pero es malo, muy malo y me da miedo. Y si no nos vamos de aquí… algo malo nos va a pasar. Algo muy malo.
- Cariño mio, las casas no son malas, solo la gente es malvada. El mal vive en sus corazones, en las cosas que ellos se dicen a veces unos a otros. Pero esta casa, solo es una casa vieja. Si pudiese hablar, sguro que nos contaria muchas historias, algunas incluso, nos darían miedo. Pero no es mala. Es sólo nueva para ti, eso es todo- dijo con una sonrisa timida-. Te acostumbraras a ella después de un tiempo y te sentiras bien aquí. ¿Has visto tu habitación abajo?
- Damian giro la cabeza y miró hacia el suelo, luego sintió levemente. Dijo algo, pero era demasiado bajo para que ella le escuchase.
- ¿Qué has dicho?
- Esa es la habitación que me hace sentirme tan mal. Es malvada, siento que es malvada…muy malvada. Mamá, no quiero dormir allí abajo, es sólo que no me siento bien.
María intentó no demostrar nada con su rostro.
Otra vez recordó que Damian no sabia nada sobre la casa, que él no conocía que tipo de cosas solían ocurrir allí. Tomó una larga bocanada de aire y en parte la tensión de su pecho se relajo.
- No dormiré allí abajo solo.


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